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Dino Grandi |
GRANDI, BADOGLIO Y AMBROSIO: JEFES DE LOS CONJURADOS
27 de junio de 1943.- Cesare Mori me llamó muy temprano esta mañana.
Según me dijo, tenía asuntos urgentes que comunicarme personalmente. En
realidad, siempre está despierto antes de las ocho de la mañana. En esta
ocasión no estaba solo. Un General del Cuerpo del Ejército, muy capacitado, que
ocupaba un importante cargo en los Balcanes, se encontraba con él. Mori estaba
excitado. El General había recibido informaciones de otra conspiración para
desalojar al Fascismo, con el pretexto de restablecer el prestigio de la
Monarquía. Pregunto los nombres de los conjurados. Mori duda. Yo insisto.
Entonces menciona los nombres de Dino Grandi (8), Pietro Badoglio, Pietro
Acquarone y Vittorio Ambrosio. Le creo ciegamente. Los tres primeros son,
realmente, unos personajes sombríos. El cuarto, un ambicioso sin escrúpulos. Pido
un automóvil y, mientras llega, llamo al Palacio de Venecia.
El Duce nos recibe y
nos saluda, al General y a mí, con una sonrisa y con las palabras: “¿qué hay de
nuevo?”
Sé las innumerables
preocupaciones que abruman al Jefe y, al verle tan calmoso, vuelve a
arrebatarme el viejo entusiasmo. Le hago un relato de los hechos. Él escucha en
silencio. El General habla de pruebas de la conspiración. Afirma que Ambrosio,
por ejemplo, aprovechándose de la enfermedad del Duce durante el pasado
noviembre, había celebrado varias entrevistas con ese loco decrépito de Ivanoe Bonomi,
con el Príncipe Humberto y con Badoglio, entrevistas en las que se discutió un
plan elaborado por el mismo Ambrosio: la revocación de Mussolini, la abdicación
del Rey, la coronación del Príncipe, la entrega del Gobierno a Badoglio o a Bonomi
y una separación gradual del Nacional-Socialismo, con el consiguiente
desalojamiento del Fascismo de Italia.
Mussolini escuchó
también este informe. Parecía muy pensativo. Creí que estaba preocupado, y tuve
la esperanza de que esta vez se encargaría del asunto con su habitual energía.
Le repetí mi advertencia de que debíamos prevenir una traición a la Patria. El
fin del Fascismo ahora, en estos críticos momentos, significaría el fin de Europa
y de su independencia.
De pronto, el Duce
nos dijo:
-Muy bien, muchas
gracias. Pensaré sobre todo lo que me han dicho. Sinceramente, no podía
sospechar que ni un solo italiano me fallase en el momento crucial que está
acercándose. ¿Cómo puede abandonarme el Pueblo italiano, al que he hecho tan
grande, en el mismo momento en que por sus acciones, puede perder su vida y su
libertad como Nación? Sin embargo, se lo agradezco mucho, y ya tendrán ustedes
noticias mías.
Cuando el General y
yo abandonamos la estancia, Mori nos preguntó. Yo permanecí en silencio. El General miró hacia el monumento de Víctor Manuel y al del Soldado Desconocido,
y dijo:
-Para defender eso me
marcho mañana a Croacia, mientras Su Excelencia debe permanecer aquí. Luche, se
lo suplicó; luche por todos nosotros... ¡Quién sabe si volveremos a vernos otra
vez!
Diario de Roberto Farinacci.
(8) Grandi desempeñó con
el Fascismo los más altos cargos: embajador en Londres, Ministro de Justicia, Presidente de la Cámara de las Corporaciones. Después de la iniciación de la
guerra se mantuvo en una prudente actitud anti-Eje, que se puso de manifiesto
en la presentación de la moción de censura a Mussolini ante el Gran Consejo
Fascista, que determinó la caída del Duce.
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