En el verano de 1931 se reunía en Baden-Harzburg la ‘Asamblea Nacional’ para la formación del ‘Frente Único Germánico’. Estaban representados
en ella, precisamente, los elementos que hoy constituyen el Gobierno, excepto Franz
von Papen, que entonces no era más que un obscuro diputado católico en la Dieta
prusiana, ni siquiera en el Reichstag. La asamblea de Harzburg, en la que
habían de echarse los cimientos de un Gobierno Nacionalista, semejante al que
ahora ha sido llevado al poder, terminó como el rosario de la aurora. Es
curioso ahora, cuando la idea de Harzburg ha triunfado, volver sobre su génesis
y su historia; es curioso e indispensable si quiere comprenderse en todos sus
aspectos la trayectoria del actual Gobierno Hitler-Hugenberg-Papen. Para la
asamblea de Harzburg se había realizado una gran propaganda, inflamada de
espíritu patriótico y frases no menos patrióticas. Hitler había convocado allí
a una gran parte de sus tropas de asalto. Se hablaba de una nueva era alemana con
el mismo lenguaje que hoy se emplea desde el Gobierno. Pero, en cuanto fue
necesario presidir, primero el desfile de la manifestación y luego el banquete,
ya se terminó todo el espíritu patriótico. Hitler quería ser él quien
presidiese y Hugenberg exigía para sí mismo la presidencia. Como no se pusieran
de acuerdo, las tropas hitlerianas tuvieron que desfilar, por un lado, bajo el
saludo romano del jefe Nazi, y los Cascos de Acero, por el otro frente, al
saludo militar de Hugenberg. En el banquete, Hitler se apoderó casi
violentamente de la presidencia.
Después de la Asamblea Nacional de Harzburg, Hugenberg y Hitler comenzaron a atacarse con gran ensañamiento. En los periódicos de Hitler
se habían convertido en familiares las frases ‘frente estrecha de consejero
secreto’, ‘mentalidad de negociante en películas’, aplicadas a Hugenberg. En
cambio, en los periódicos de Hugenberg se le llamaba a Hitler ‘tamborilero de
tópicos y frases’. Vinieron las elecciones a la presidencia. Hitler se presentó
como candidato, y frente a él, Hugenberg, presentó también su candidato
particular, el General Duisburg, Jefe de los Cascos de Acero. Ambos candidatos
se combatían desconsideradamente entre sí y combatían todavía más desconsideradamente
al candidato de enfrente, Hindenburg. Otra paradoja de la paradójica política
alemana de estos días: Hindenburg, el glorioso General, fue elevado a la
presidencia por Socialistas y Católicos, contra Nacional-Socialistas y Nacionalistas,
para luego, el mismo Hindenburg, arrebatarle a los Socialistas y Católicos los
últimos restos de poder que en las manos les quedaban y entregárselos, gratuitamente,
a Nacional-socialistas y Nacionalistas.
Después de las elecciones presidenciales vinieron las
reiteradas elecciones a diputados. Hugenberg se mantenía, gallardamente contra
Hitler, aguardando conseguir el número de diputados que le hiciera falta a Hitler
para formar la mayoría, lo cual convertiría a Hugenberg en árbitro de la situación.
Lo mismo que en Harzburg, fue Hugenberg el derrotado; lo fue en las elecciones presidenciales
y lo fue en las elecciones a diputados. Los votos de Hugenberg eran unos votos
inútiles que a nadie le servían para nada, y su política parece que se iba
convirtiendo cada día más en una política superflua. Pero, de repente, toda la
situación torna un nuevo carácter y surge el actual Gobierno, el cual encarna nada
menos que el triunfo de las aspiraciones de Hugenberg y sus amigos. Este
Gobierno no sólo está formado con arreglo a la idea de Hugenberg y contra la
teoría gubernamental que siempre ha defendido Hitler, sino que en él, la
hegemonía, a pesar de que Hitler ostenta la Cancillería, le corresponde a
Hugenberg y a su tendencia. Esto demuestra que la política se parece más al
álgebra que a la aritmética; que la suma de valores negativos puede convertirse
en un valor positivo. Hitler, el que había salido victorioso de una y otra refriega,
ha tenido que someterse a la voluntad y a la táctica del que había salido derrotado.
Indudablemente, las discrepancias no han desaparecido con
la formación del Gobierno. Ahora, Hugenberg, intenta seguir manteniendo su
hegemonía en el Gobierno, sometiendo el curso gubernamental al curso de su
línea política, dictada por los intereses agrarios, una gran parte de la industria
pesada y la tradición dinástica. Hitler, por el contrario, busca la manera de
arrebatarle la hegemonía a Hugenberg dentro del Gobierno, imprimiéndole el curso
abiertamente autoritario porque pugna el Nacional-Socialismo. Ésta es la lucha
predominante dentro del seno del Gobierno. Y de la cual esperan, tanto una como
la otra tendencia, salir vencedoras después de las elecciones del 05 de marzo.
Hitler tiene a su lado un movimiento popular de mucha
mayor base y acendramiento; pero, en cambio, Hugenberg dispone de más confianza
entre los elementos agrarios e industriales importantes, y también dentro del
palacio presidencial. Hugenberg tiene, además, un aparato de propaganda
verdaderamente colosal, reuniendo en sus manos casi la mitad de la prensa
alemana y la mayoría de la producción cinematográfica. La lucha oculta, momentáneamente,
por razones de Gobierno, toma cada día más ímpetu y mayor trascendencia.
Augusto Assia; Berlín, febrero de 1933.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡SE AGRADECE SU APORTACIÓN A ESPEJO DE ARCADIA!